Tubitos engañabobos

 Nos reímos con los cuentos de Pepe Monagas, cuando pintaba pájaros del monte para hacerlos pasar por canarios finos y vendérselos a sobreprecio de estafa a los 'chones' de los cruceros ingleses de la primera mitad del siglo XX.   La imagen del pícaro urbano literario es parte de nuestro acervo, pues representa hasta cierto punto algo de la abigarrada pintura de personajes del mundo canario.

Pero que ese tipo de cosas las haga una empresa (más de una), eso ya es otra cosa.  Y que se siga haciendo hoy en día, peor aún.

 

Cuando un puro se vende suelto en un tubo, inmediatamente se nos viene a la mente un suculento Habano cuyo precio en caja o mazo es tan elevado, que se hace prohibitivo al común de los mortales. Para facilitar su adquisición por unidades, estos puros con estándares de calidad tan altos buscan algún sistema que garantice las mejores condiciones de conservación.  Así podemos mostrar un nº 1 de Romeo y Julieta, en tubo de aluminio, vistosamente impreso.  Por supuesto, sabemos que ese tubo tiene un coste, que se agrega al precio final del producto.  Pero siempre intuiremos que el contenido es mucho más valioso que el envoltorio, y esa convicción llega al extremo de poner las manos en el fuego por el crédito de la marca y su calidad.

 

 

Lo mismo diríamos del Perla de Vegafina dominicano que también adjuntamos.

 

 

En el mundo de los puros, cuando vienen en tubo es porque se trata de alta regalía que facilita su adquisición por unidades.

 

 

 

 

 

 

Pues bien, en Canarias hay industriales que se dedican a engañar a los fumadores incautos poniendo en tubos de plástico lo peor de su producción. Por ejemplo, brevas sucedáneas hechas con bobinas de papel atabacado.  (Si en otros países -incluida España- hay costumbres similares, eso no puede ser excusa para el comportamiento de los industriales canarios, cuya tradición y distancia en calidad con respecto a Europa es de años luz).

 

Esas brevas le cuestan al consumidor entre 20 y 30 céntimos la unidad cuando las compra en mazos, por ejemplo de 10 unidades. Entiéndase bien: ese es el precio en tabaquería, lo que significa que la tabaquería obtiene su margen de beneficio, el distribuidor otro tanto, y el propio industrial gana.  ¿A cuánto le sale al fabricante ese cigarro?

 

La técnica aquí consiste en introducirlas en un tubo de plástico y venderlas a 1 € o más (las hemos visto incluso a 1,25 y a 1,50).  Es decir cobran por un sucedáneo de veintitantos céntimos el precio de un puro hecho a mano.

 

Ahora con internet no nos cuesta mucho indagar los precios de mayorista de esos tubitos.  Nos vamos a una web china y los vemos en el rango entre los 20 y 30 centavos por unidad, para cantidades a partir de diez mil.  Es decir, los tubos cuestan más que el cigarro que llevarán dentro.  Hay industriales canarios abonados a esta "estafa":  siguen pintando al pájaro para hacerlo pasar por fino, para que piquen los turistas.

Decimos turistas porque este tipo de productos van ganando presencia en las tabaquerías en la medida en que estas se aproximan a las zonas turísticas.

 

¿Por qué esos industriales canarios no abandonan de una vez esa fea práctica que los pone en evidencia y deteriora la imagen de las labores canarias?  ¿Tienen vocación de Pepe Monagas, de dedicarse al teatro costumbrista canario? ¿Por qué no le introducen un buen puro hecho a mano y le suman el importe del tubo? Así el turista podría llevar el obsequio con la garantía de que el fumador final quede satisfecho, a la vez que proteja -a la par de la imagen de la producción canaria- el cigarro durante el viaje y evite al máximo que se seque. 

 

Como estamos haciendo un censo de las marcas y vitolas presentes en el mercado canario, hemos adquirido varios de esos "tubitos engañabobos".  De algunos ya sabíamos que lo eran.  En algún otro caso, nos sorprendió que alguna fábrica de cierto nivel se prestara a esas suciedades.  Lo que nosotros hacemos es crearles una ficha para publicarla en este blog.  Si el producto es una estafa, lo diremos.  Y seguiremos comprando aquellos que nos encontremos -dentro del rango de precios que tenemos establecido-, porque el censo debe ser lo más completo posible.


Eso sí, por cada "montada" que descubramos, disminuiremos la valoración de la empresa que los produzca.