Hemos leído recientemente en alguna publicación de tendencia hortofrutícola que en Extremadura y Andalucía occidental se realizan de vez en cuando actos en la calle, con puestos donde las empresas ofrecen cartuchos de sus frutas, que los consumidores interesados truecan por cigarrillos. Una vez recibidos los cigarrillos, se supone que los puesteros realizarán una quema o algo similar, en alguna especie de auto de fe contra-herejes. O quizá se los repartan entre ellos para fumárselos a escondidas, no sería la primera vez que viéramos casos similares, quién sabe...
Independientemente del destino final de los cigarrillos, la idea básica de trueque es buena, muy en consonancia con lo que ya vienen practicando otros clubes de nuestra asociación en terrenos más culturales y artísticos.
Buscando un poco más, hemos localizado iniciativas donde el intercambio se realiza a cambio de aceites vegetales (quizá de esos transgénicos, o de los que causan problemas neuronales o algunos proclives al cáncer). Otros a cambio de "piruletas" (que, por supuesto, no afectan para nada a la diabetes). También los hay a cambio de libros, de los que tenemos muchos que ya trocamos y podríamos ampliar su campo.
En nuestro caso, podríamos organizar "puros por cigarrillos". La gente nos da sus cigarrillos y nosotros les abrimos las puertas a mejores formas de fumar, sin tragarse el humo. Incluso les podríamos introducir con pequeñas clases y prácticas. Todos sabemos que la mejor vía para atenuar el ansia compulsiva traga-humos es pasarse al puro, a partir del cual es más fácil dosificar el consumo del tabaco.
Pero también podríamos ofrecer directamente las mencionadas "fresas" (o algún producto más propio de nuestras cosechas) a cambio de los cigarrillos. Las cajetillas, si llegaran en ese formato, que no estuvieran repetidas las podríamos enviar al grupo de coleccionistas, y las hebras al tambor de la pipa, que es otra vía de fumada larga no obsesiva, donde tampoco se traga el humo.
En fin, ahí queda la idea.