Puros e Impuros sucedáneos

Si solo la capa es natural, entonces,
¿de qué está hecho el resto?

 Somos tradicionales en cuanto a la terminología de "cigarro puro".  Un "puro" es aquel cigarro enrollado con puras hojas de tabaco, ya sean todas enteras (tripa larga), o tengan la tripa corta, es decir con retales de las hojas enteras cuando se trocean en el primer proceso.  Ese proceso se puede hacer completamente a mano, parcialmente a máquina y a mano, o totalmente mecanizado.  Aunque su calidad varíe enormemente según el procedimiento, en todos los casos los consideramos "puros" pues contienen un 100% de tabaco.

Con los años, se ha venido extendiendo una deleznable tendencia a utilizar pasta de celulosa (de cualquier procedencia) entintada con polvo de tabaco o con materiales "atabacados", con los que se hacen unos cigarros que en realidad son SUCEDÁNEOS de los puros.  A estos los vamos a llamar, con toda justeza, IMPUROS.

Como estamos siguiendo algo de la ruta del club El Hoyo del Ron, que rechazaba los sucedáneos de rones, en realidad deberíamos rechazar de plano a los cigarros impuros.  Pero El Hoyo del Ron tenía estándares de exigencia muy superiores y más estrictos, en la medida en que disponía de un bar especializado que garantizaba su liquidez y mantenía ese alto estándar como modo de protección de los consumidores.

Nosotros, sin embargo, no disponemos de ese respaldo ni nos encontramos en el compromiso de atender comercialmente a consumidores que quieren tener la garantía de buenos productos.  Por ello vamos a seguir procesando las fichas de los impuros mecanizados que nos encontremos, pero los etiquetaremos de ese otro modo: "impuros", según los vayamos descubriendo, para advertencia de todos los abonados y general conocimiento de los navegantes.  Pensamos que, quizá, en la fase de La Transición, algunos de esos productos puedan cumplir una función de enganche de los fumadores traga-humos de cigarrillos que quieran ir cambiando el paladar, a precios asequibles.

La tendencia, en todo caso, sería ir arrinconando esos productos en la medida que se vaya estabilizando este proyecto.  Puede que tardemos, porque nos enfrentaríamos al tremendo poderío comercial de las brevas impuras mecanizadas, pero la tendencia sería diseñar vías alternativas para afrontar esa batalla.  En este caso la experiencia de El Hoyo del Ron no nos sirve de manera automática, pues ellos se enfrentaron a los "cartas de oro" sucedáneos, por muy extendido que estuviera su consumo, porque servía un gran surtido de rones verdaderos al mismo precio.  En el caso de los puros no podemos emprender una estrategia similar.  Aceptamos sugerencias.