El otro día, en esta entrada del blog, definíamos el tope de precio de los puros para este club desde el punto de vista de que sea abordable para los obreros.
Nos basábamos en el salario medio nominal de los últimos años en Canarias. Entendíamos que aquellos que cobran por debajo de ese salario medio son con mucha probabilidad obreros y empleados. Aunque sepamos de algunas profesiones obreras que tienen salarios superiores a esa media, la masa fundamental que hace subir esa cifra reside en sueldos de funcionarios de más alto nivel, en directores, ingenieros, profesiones liberales, y un amplio abanico de trabajos que, aún siendo formalmente asalariados, conforman lo que se llama las "clases medias" y "medias/altas" de la sociedad. Dichas clases, por lo general, se inclinan hacia las comodidades burguesas, porque se pueden permitir lujos impensables para obreros que cobran la mitad o menos.
Entonces nos surgió la pregunta: ¿cuál es el salario medio no de todos los que cobran por nómina, sino específicamente del proletariado en Canarias? Eso es más difícil de calcular, porque los informes no son tan accesibles. Pero todos sabemos que en Canarias un peón, un reponedor, una kelly, un camarero, un repartidor, una cajera, un empaquetador, una dependienta normal, una secretaria en empresa privada, ni en sueños alcanza el salario medio indicado.
Así que, para ser prudentes, hicimos la media entre el salario mínimo y el medio general, dedujimos la proporción de gasto en tabaco de la que se habla allí y hemos llegado a unas cifras que encajan mucho más con lo que es nuestra percepción: estaría en torno a los 1.225 €/mes, y el semi-tope para esos ingresos se acerca más a 2,50 € la unidad.
Mantendremos el tope de 3 € como el vigente para discriminar la entrada, pero haremos especial hincapié en los que no superen los 2,50. Establecemos una relación actual de 5 a 1. De cada 5 vitolas que adquiramos, solo una puede estar entre los 2,51 y los 3 €.
Por supuesto, aquí todavía no estamos hablando de la inmensa cantidad de personas en paro, en Ertes, en jubilaciones paupérrimas, en servicios sociales, etc., que ni siquiera garantizan el salario mínimo.